sábado, 5 de marzo de 2011

Una sonrisa

Paseamos nuestros cuerpos por callejuelas, plazas, avenidas o simplemente paseos y mientras estamos realizando un ejercico natural no nos damos cuenta que las personas que tenemos a nuestros alrededor no esbozan ni una pequeña sonrisa que pueda difuminar esa especie de mal humor que les acompaña desde no se sabe cuanto tiempo. ¿Por qué no sonreimos ya? quizás sean las prisas, los agobios o simplemente que el botox no nos permite sonreir pero creo que estamos perdiendo un gran valor que no cuesta (algo positivo en esta época). Sonriamos algo más porque es contagioso (como decía el cartel de mi profesora de matemáticas) y encima es gratuito. Una sonrisa por favor.

domingo, 19 de septiembre de 2010

El paseo

Como muchos otros días, agradeciéndo la aparición estelar del sol, me he acercado a la playa a dar un paseo.
Es impresionante la cantidad de personas que podemos llegar a cruzarnos a lo largo y ancho de una playa: jubilados contándose sus anécdotas de la partida del día anterior, madres que deben pararse cada 10 pasitos para que sus pequeños puedan sumarse a la marcha, parejas con las manos entrelazadas, deportistas sudando la camiseta, amigas, amigos, solteros, viudos, embarazadas o embarazadísimas. Parece que a todos nos une el anhelo de meter nuestros piececillos en el agua del mar e ir de un lado al otro de la playa observando el maravilloso paisaje que nos rodea: de un lado "Las Gemelas" esas rocas que según cuenta la leyenda son dos brujas que no se llevaban bien y a quien Mari les convirtió en rocas, obligándolas a permanecer juntas para el resto de sus días, al otro lado Jaizkibel que se alza protector de Hondarribia y a la izquierda Larún, con su peculiar forma de volcán, mostrando que la Bahia está siempre protegida por el.
¿Pero qué nos lleva a andar? ¿Por qué quienes hemos nacido cerca del mar, necesitamos su contacto, su visión, su presencia? Creo que no hay ningún estudio científico que pueda descifrarnos el por que de este hecho, o de esta realidad.
Cierto es que hoy la playa parecía una gran avenida de una gran ciudad, eso si, sin tiendas. Y que maravilloso momento el poder disfrutar de un agradable paseo sin sentir el stress del tráfico, el agobio de las tiendas o incluso mejor, sin gastar ni un céntimo de euro, sino más bien recargando energías y haciendo algo de deporte. Posiblemente sea eso lo que nos llame a ir a andar a la playa, el activarnos mínimamente en esta vida tranquila y cómoda que llevamos muchos de nosotros aunque no nos demos cuenta de ello.
Mañana volveré a intentar darme un paseo, encontrando, eso si, muchas menos personas por el camino, pero claro será lunes, y la mayoría de personas tiene obligaciones que cumplir que no le permiten disfrutar de un momento junto al mar.
Él seguirá esperando nuestra visita, con mayor o menor marea, pero seguirá esperando a que nuestros piececillos pisen su arena y puedan ser mojados por sus aguas.
Mientras tanto, el sol parece que va a desaparecer tras Jaizkibel, marcando la línea divisoria entre el atardecer y el anochecer.
Mañana volverá a elevarse, iluminando nuestro paseo.